
El Milagro del Agua
En los comienzos del siglo XV la villa de Llíria sufría una terrible sequía que secaba los campos y agotaba las fuentes los vecinos angustiados veían cómo se perdían las cosechas y cómo los animales y las personas carecían de agua el pueblo entero vivía con tristeza y miedo porque el agua es vida y sin ella todo se apaga
En medio de aquella aflicción los edetanos acudieron con fe a San Vicente Ferrer el gran predicador dominico que recorría los caminos de la tierra valenciana sembrando la Palabra de Dios y obrando maravillas por donde pasaba los vecinos le rogaron que intercediera ante el Señor para que volviera el agua que tanto necesitaban y el santo valenciano movido por la compasión aceptó venir a Llíria para pedir a Dios misericordia sobre aquel pueblo sediento
San Vicente pidió tres días de ayuno y oración para preparar los corazones en penitencia y confianza cuando llegó el día señalado el 30 de agosto del año 1410 el pueblo entero salió en procesión hasta el lugar donde antes manaba una fuente que se había secado el paraje del Ull Redó al pie de un olivo todos caminaban con devoción rezando y cantando rogando al cielo entre lágrimas y esperanza
El santo detuvo la procesión junto al manantial seco y después de predicar unas palabras llenas de fe levantó su brazo y bendijo el lugar pronunciando en valenciano aquellas frases que aún resuenan con fuerza en el corazón de Llíria
Creixerà i menguarà, però per a beure mai en faltarà
Y en aquel mismo instante el agua comenzó a brotar de la tierra con abundancia clara y fresca como si el cielo entero se hubiese abierto para derramar su gracia sobre el pueblo todos los presentes cayeron de rodillas dando gracias a Dios y glorificando su nombre mientras el agua corría como un signo de vida nueva el milagro había sucedido y desde entonces el manantial nunca se ha secado.
Aquel prodigio del agua fue un regalo de Dios por la intercesión de San Vicente Ferrer y un signo visible de su amor para con su pueblo porque el Señor escucha las súplicas de quienes confían en Él y no abandona a los que esperan su ayuda el agua del milagro sigue siendo hasta hoy símbolo de bendición y de presencia divina manantial que crece y disminuye según los tiempos pero que nunca falta para saciar la sed de los hijos de Llíria.
Cada año la ciudad recuerda con gratitud aquel acontecimiento de gracia los fieles suben en romería hasta la ermita de San Vicente Ferrer levantada junto al manantial para dar gracias por el don del agua y por la fe que el santo sembró en sus corazones en la fiesta se bendice de nuevo el agua y se reza con fervor por los campos por las familias y por toda la comunidad que sigue viviendo bajo la protección del santo.
El Milagro del Agua no es solo un recuerdo del pasado sino una fuente viva que sigue brotando como signo del amor de Dios que nunca se agota es una invitación constante a confiar en la Providencia a mantener la fe en los momentos de sequedad y a agradecer los dones que el cielo concede a quienes se mantienen fieles San Vicente Ferrer sigue bendiciendo Llíria y su agua sigue siendo testimonio de que Dios está presente entre nosotros.
